Una sola vez
Sin derecho a repetirlo
8/11/20242 min read


Vamos por la vida con una seguridad absurda que siempre tendremos miles de oportunidades de sentir, cuando en realidad es un un ticket solo de ida, no hay regreso a todos esos momentos que dejamos ir por indecisiones, por no soltar, por no enfrentar los miedos o quizás tener un poco mas de osadía de enfrentar las ganas, la vida, la pereza o lo que la vida tiene para darnos solo en el hoy.
Al iniciar la semana me cuestioné cada una de esas cosas que he dejado de hacer por pensar que habrá mas oportunidades de sentir, por que las otras las tengo muy claro que las genero a diario o simplemente las ignoro por que no hacen eco en mis días (de momento), sentí de una u otra forma paz y tranquilidad de eso que en teoría no he sentido o mas bien llegue a la conclusión que he puesto en pausa esas sensaciones.
No llego a preocuparme y esto básicamente por que voy aprendiendo que el derecho de repetir algo que nos hizo felices, completos o llenos solo dura ese instante, no tiene espacio para que sea igual una segunda vez, hacia un símil con una montaña rusa, la primera vez que la enfrentamos es una locura el vacío que llegamos a sentir mientras caemos sin control en picada, pero la siguiente vez, todo es mas controlado es como que sabemos el resultado y con ello la sensación deja de ser idéntica.
La vida va bien y con ello voy construyendo nuevos momentos, provocando sin miedo experimentar algo mas, gracias a la gran mayoría de decisiones que he tomado en la vida no me he privado de mucho, mas bien he sido quien toma la iniciativa para hacer que en mi vida las cosas pasen, no a mi manera por que no ha resultado, pero si a mi intriga, a mis ganas de conocer, estar o pasar por la vida de personas de la manera mas inesperada posible.
Que importante ha sido este proceso de aceptación de un todo, en especial de lo ajeno a mi comprensión, a ese mundo allá afuera que no puedo controlar o entender, a esta manera absoluta de respetar el propósito de cada quien y no interferir en donde no tengo lugar, sigo aprendiendo a saber callar, a tomar esa pausa necesaria hasta para el alma para no desgastar el empeño y la decisión de dejar que mis días sean lo que tengan que ser apagando las expectativas de mi ego o vanidad que por ahi suelen colarse de tanto en tanto.
Pese a que, mantener este estado de introspección continua me aleja de las charlas comunes y recurrentes con la gran mayoría de conocidos, hace que me vaya adaptando al silencio, a la observación de todo lo que me rodea, a esas formas de expresión variadas y diversas, al miedo y al protagonismo cuando las verdades faltan o son contadas a la mitad.
Es maravilloso aprender aceptar al todo, ha sido una escuela el silencio y las 4 paredes que son testigos de mis noches al llegar a casa, mis rutinas y aquellos ademanes que por la edad voy adquiriendo, ya no son parte de un cuestionamiento sino, motivo de plenitud de vida.
Es hoy, cada día es una oportunidad, un motivo mas por el cual respirar y sentir que la vida va bien, sin derecho a repetición, por que siempre habrá la infinita posibilidad de que algo diferente venga a llenar de acuarelas las paredes, de calor el alma y de amor el cuerpo.