Un lugar llamado hogar

sin paredes, solo complicidades

9/13/20243 min read

Tenemos espacios y lugares que de una u otra manera se convierten en nuestro refugio, espacios que vamos construyendo y decorando de manera tal que nos permita sentirnos identificados con aquellas cosas que se convierten en nuestro presente, lo que llena de magia y de caos al mismo tiempo para recordarnos un poco de todas las experiencias que podemos sentir, con el paso de la vida, de los años y de quienes llegan para ser parte de este pedazo de historia que no se puede borrar.

Ya no creo que todo sea tan impredecible como antes, me parece que los mejores momentos se van alineando de tanto en tanto y específicamente cuando bajamos la guardia y nos permitimos abandonar la expectativa, la posesión y este querer interminable que siempre aspira a recibir algo mas que pueda saciar nuestra pequeña fragilidad de sentir intensamente.

Quizás todo esta escrito y parte de los acuerdos que vamos cumpliendo se manifiestan en esas señales de vida que nos atrevemos a sentir con cada decisión que tomamos, mas aun cuando estas vienen a cambiarlo todo, a desordenar para equilibrar, para recordarnos de que va la vida cuando el reloj se detiene, cuando el celular no importa que suene y cada vez que dejamos el espacio para compartir un todo por el simple hecho de sentir todo aquello que estremece el cuerpo.

Como formamos el hogar, tiene acaso una estructura prevista?, se acompaña de paredes , techos y luces para que este completo?, nos regimos a las estructuras sociales de un orden estético, una moda o una tendencia?, cuantos hogares llenos de todo conocemos que están tan vacíos de vida plena mas allá de cifras que complementan cuanto ganas o cuanto pierdes.

Ante tanta interrogante, fui bosquejando como esta mi idea de hogar y como he podido experimentarlo, es impresionante como podemos crear lugares que no tienen nombre propio, como mi casa, tu casa, y todas las conjugaciones posibles, como rompiendo los moldes y solo encontrando en la paz de una conversación, en la complicidad de reír, comer, dormir, soñar, pensar, soltar, en conciencia plena, como justificando el paso de los años y la experiencia ganada, de manera tal, que nos permite sentirnos juntos, libres y en ausencia.

Que pasaría si lo momentos vividos en complicidad y compromiso se convierten en ese refugio llamado hogar, que sea algo o muy diferente, como tener un latido constante en el pecho que tranquiliza el alma mientras cierras los ojos y en completa paz logras conciliar el sueño, esa mano extendida que denota cariño para poder incluso mientras abandonamos este plano, sentirte presente.

Nos hemos acostumbrado tanto a lugares, cosas y espacios que ponemos etiquetas, sobrenombres que muchos de ellos ni llegan a representar lo que se ve, se siente o se vive. Siento que en algún momento de la vida, muchas estructuras,  hasta gramaticales deberían ceder ante lo imprescindible que es evolucionar, para encontrar un nuevo significado a todo lo que nos rodea.

Construir puentes, relaciones y conexiones es parte de formar un hogar desde mi sentir, comprometerse a que la vida fluya dentro de los acuerdos me parece una herramienta para poder sostener y equilibrar la balanza de las distancias, físicas, terrenales, espirituales y cada una de estas sensaciones mezcladas con emociones que hacen que sigamos sintiendo que la vida va bien.

Este hogar, este espacio que he creado durante gran parte de mi vida, ahora se llena de colores y aromas, que dan toda la pertenencia posible a mi presente, ya van dibujándose en cada una de las paredes, plasmando los recuerdos, los planes y las ideas.

Este hogar, que no tiene paredes o millas de viaje, mucho menos kilómetros de certezas, este que se va formando y solidificando entre verdades incomodas, propuestas complejas y promesas instantáneas. 

Este hogar, no abandona sus valores, se sostiene en sus principios, enfrenta a la incertidumbre, sin avisos, sin despedidas, se convierte en pasajero frecuente hacia los reencuentros, partiendo de un hasta luego, con destino a un para siempre.