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Espacio vacío y reservado
10/23/20244 min read


Las carreteas son como esa mirada al pasado cuando miro al retrovisor y claro que si al instante que acaba cuando visualizo la ruta llena de autos, de gente y letreros que marcan el llegar a algún lugar, a uno más predecible quizás por que tiene un mismo sentido, un mismo propósito.
Estos días me he dado cuenta cuantas veces me salgo de mi ruta esa que en algún momento marqué quería llevarla, el camino que tenía las luces suficientes como para despertar sin prisa, con respiraciones lentas y pausadas que agradecían un nuevo comienzo.
Hace varias noches que no tengo estrellas en mi ventana, quizás es la distancia del oriente y todo aquello que separa los mares y los océanos de mi habitación de ese lugar testigo de mis mejores batallas, es momento de extrañar todo aquello que he construido a pulso de dolor y cientos de desilusiones por haber aparatado mi camino por ser parte de uno maravilloso, pero que quizás estaba unas millas atrás del mío.
Me pregunto por qué soy así, como se hace para llenarse de yoismo, se único y renunciar a cualquier vía alterna del camino de la individualidad, como tener ese poder para mandar todo a la mierda cuando las rocas golpean las llantas de mi auto y me empujan a un camino lastrado, esos que se en el fondo me van a dejar con el auto averiado.
Mientras volaba de norte a sur, intenté orar y encontrar en esta parte de la experiencia humana de muchos ese espacio de respuestas ante la adrenalina y ansiedad desbocada que todo esto que ahora siento y no puedo controlar. Está manera de vivir en certeza de promesas cumplidas y de ser únicamente yo quien sostenga cada falta de aliento que llevo con el cansancio extremo que limita a mi mente a tener las mismas conversaciones una y otra vez.
Siempre intento más de lo que debo y eso básicamente por que considero que todo es posible pero no desde la irracionalidad de creerme omnipotente, sino un humano consciente que respeta la vida de los demás, las decisiones y que aprende a controlar sus emociones día a día en especial cuando el acelerador de las emociones no termina de llegar a calmar los latidos.
La vida me pone momentos y personas para aprender de seguro y voy cada día haciéndome esa pregunta…que diablos me falta por comprender, por que repito una y otra vez esta misma historia, al saber reconocer las sensaciones que resultan hoy tan familiares una vez que han entrado por la puerta grande de mi panza y en lugar de mariposas me dan náuseas.
Mi limitado mundo sencillo y perplejo estaba alejado de lo mundano, de las falsas apariencias, del chisme, las noticias, la farándula y las redes, pero como no vivo en una burbuja me veo doblegado a esta idea de ser parte de algo que no me gusta, pero que de momento solo me queda a leerse en esta forma irreverente de ser parte de mis pensamientos.
Lo interesante de esta reflexión es que voy aceptando con coraje el NO, ese que abandoné sin conciencia plena, ha 27 km de mi destino tengo espacio para mirar otra vez desde el lado del vehículo donde solo puedes apoyar la cabeza contra el vidrio y rendirte una vez más, como soltando la idea de seguir pensando encontrar respuestas en pruebas ya reprobadas.
Que si tengo que replantearlo todo? Pues si…total la vida va de esto, de la facultad de volver a ser, a tomar las riendas de donde nos quedamos, ese domingo especial en que todo regresa al cuerpo, al alma y llena nuevamente el corazón y la esperanza de vivir a plenitud en certeza de ser quien uno quiere ser ….en el mejor de los casos…estar donde se quiere y seguir perseverando por sentir esos latidos externos vibrar cuando se sonríe.
Aprender a tomar decisiones dirigidas a mi bienestar sigue siendo un reto, llevo esta vida de compromiso extremo, de hacer feliz, dar bienestar, amor a quienes llegan a mi vida pretendiendo quedarse, cuando en el fondo algo me dice que elegirán el número impar antes que esta propuesta atrevida y desmedida de entregarles un universo paralelo lleno de dos.
Me ha costado más de 30 años de vida, y no con ello quiero decir que ya pueda hacerlo pero es esta parte del camino que debe tener una orientación adicional ante la veracidad del insomnio, sincerándome entre las miradas atónitas de gente que apenas me entiende al hablar pues mi lenguaje solo está cansado, esboza palabras repetidas sin derecho q devolución.
Me siento y me levanto mientras el avión está por aterrizar, quiero hacer un símil con mi vida como diciéndome ya párale a la mente, deja que esos perros salvajes avancen por la senda sin correa, al fin de cuentas nada de lo que hagas o digas es visible ante los ojos de quienes sienten uno más que dos.
El sol cae en este lado del oriente y de seguro acompaña mis reflexiones, me maravilló con el color naranja que se pierde en el horizonte, mientas voy sintiendo la sangre por mis venas enfriarse ante tanta información elocuente, que me permite decidir cómo regresar a casa, a mi centro, pasando en pocos días por el camino real donde hace 25 años regresaba sin gloria y con mucha pena.
Ya la noche se apodera del reloj, la oscuridad hace su parte como invitándome a seguir en esta constante búsqueda del equilibrio, de esos momentos alejados de todo lo interno que ha venido a robarse mi paz, sin motivo ni razón pues dentro de cada palabra, gesto o acto dibujado en las paredes de mi alma, solo queda el número interminable de intentos por ser y hacer feliz.