Recordatorios del pasado

Detalles imperceptibles

9/6/20243 min read

Tantos matices tiene la vida y sin darnos cuenta pretendemos ignorar los detalles que pasan imperceptibles a la cotidianeidad a la que nos enfrentamos, como vamos acelerando a cada paso se nos olvida parar y respirar encontrar los objetos que forman parte de un espacio creado en su momento y que de una y otra forma ya son parte de un pasado un tanto olvidado.

Alguna vez escribía sobre las huellas que dejamos en la vida del planeta y claro que si, en cada ser humano que se cruza en nuestro andar, algunos de ellos permaneciendo en las paredes, en las mesas y el espejo, como reflejando un instante absorbido por el tiempo, sin trascendencia en el presente pero esbozando un recuerdo que parece eterno.

Vamos por la vida llenándonos de decisiones, estas que revolucionan los sentidos, haciéndonos participes de momentos conocidos, esos que vuelven a sentirse, a leerse e interpretarse, en especial cuando cae la noche, cuando la espera aumenta y la incertidumbre golpea como huracán las patas de la cama, despertando al mas viejo de los sentidos, aquel que estaba distraído entre números y reversos de libros mal leídos, llegando tan solo para recordarnos lo que no hemos aprendido.

Pero la valentía nos gobierna, con ese poder de transformarlo todo, de vivir el instante, de sentirnos infinitos y absolutos de justicia, de verdad, de todo aquello que suponemos nos pertenece, el instante en que la boca pronuncia un nombre, una sílaba y varias respuestas dicotómicas que van creando un pasado tan reciente que apenas y lo podemos aceptar.

Es una sensación similar a la de leer un libro favorito nuevamente,  llenarnos de esos textos que aprendimos de memoria, recitamos cada uno de los párrafos que tanto nos habían costado memorizar y que ahora en el recuento de los días dejan de ser esquivos, se apoderan de la almohada, del sonido de viento, del reloj y de los vistos de colores.

Que podría ser diferente, cuestionaba mi mente, como se coincide con la razón y lo práctico que debería ser todo, las razones innegables que nos libera del karma, la que pone la pausa cuando falta el control y la fortaleza para negarlo y todo, huir con elegancia y cerrar la ventana ante tanto frio de un invierno venidero.

No se si son las agallas de vivirlo nuevamente o el sentido desorientado que inclina la balanza a cuestionamientos mas sencillos, mientras de a poco abandonamos nuestra zona segura, la que habíamos delimitado, nos va faltando la determinación, silenciamos la verdad ante la elocuencia de lo actuado y sin prisa recostamos los recodos para solo sentirnos algo mas tibios.

Entre tanto balbuceo de la mente, del ego y de pasado, se sacude el alma de manera diferente, con este toque de elegancia y certeza, de una forma tan serena que mediante textos se acomodan los sentidos, se libera las pretensiones y comparaciones,  dejando a un lado ese abuso de suposiciones que aquieta lo vivido.

La vida misma va fluyendo y con ella llegan las conclusiones de un presente en el cual voy aprendiendo a reconocer un para siempre....lejos, muy lejos de ser un cuento de hadas, pero si sabiendo diferenciar el no ser un instante, dejando atrás la distancia del querer momentáneo, de la gratificación instantánea y de todo aquello que se encuentra en las tiendas y los escaparates.

Ese lugar que con el tiempo fui moldeando con el barro del pasado, con los recuerdos y las vivencias propias del querer cambiarlo todo, no mas allá de mi esencia, dejando y creando los detalles imprescindibles suficientes para volver al centro una vez que he decidido solo volar sin seguro, sin prisa....sin retorno.