Reconocer el tiempo

El que es efímero

10/27/20244 min read

3 Kilos menos me dan una idea de cuanto he caminado en esto días de conmoción interna, experimentando tantas cosas en tan poco tiempo que de una u otra manera la vida siempre alcanza para poder encontrar las respuestas ante lo evidente, es como cuando aun el semáforo estando en rojo decido cruzar, por apuro, por ansiedad o por que lo que sea.

Me bastaron 2 días para perder la lucidez, dos días de no dormir, caminar y abusar de mi cuerpo, de mi mente y todo ese amor que suelo entregar ante los que me importan,  levitando por el universo de preguntas con respuestas claras y profundas, con momentos que soportan el viento frio de esta ciudad que me recibe con recuerdos de otros, que apoderan de apoco los espacios que quería construir tan solo unos meses atrás.

Enfrento como es de costumbre a la verdad, a esta que no puede esconderse mas por que la vida misma la tenia prevista de esta manera, así, con todo este abanico de posibilidades regados por el parque y la laguna del prado... voy pisando las hojas naranjas que caen de los arboles ante la llegada del otoño, el saxo me teletransporta para hacer una pausa y mirar este momento de mi vida en introspección, con los pies cerca al agua.... miro el reflejo de mi rostro, mi cabello sin peinar y el mismo saco del día anterior, que profundo suena tanto descuido de mi, de mi presencia y de todo aquello que permito pase por encima mientras todo el aire se vacía de mis pulmones.

Un sonido del violín me llama la atención y entre una charla sincera y sin pensarla, me identifico con otros humanos de un mismo proceso, de un mismo pensamiento, con las mismas dudas y contradicciones propias del mundo actual, lo interesante de estos audios es saber reconocernos, identificar esas emociones que están alterando nuestro metabolismo, el sueño, el habla y los suspiros, para al rato de identificarnos, apoyarnos con esas palabras que solo quien sienten las puede pronunciar,.... despierto de un tiempo ajeno a mi, aun que resistiendo a la forma consiente que tengo de entregar hasta mi ultimo centavo y respiro de vida y aunque no me lo pidan o no se lo merezcan, voy así, derrochando ilusiones y dejando huellas en estas calles llenas de alegría y gente que camina con sus propias ideas y que de seguro desconozco del todo.

El tiempo de reflexiones continua mientras miro los botes cruzar por la laguna, tan llena de almas que sonríen y van por las nubes entre besos, faldas y unos cuantos tiros al aire de quienes transitan  en piloto automático, con las llaves en los bolsillos y sin muchas pretensiones de llegar a un destino diferente que no sea el lugar seguro que se ha proyectado en la mente. 

Hace mucho tiempo escribía sobre lo importante que es reconocer el tiempo, ese que nos revela la verdadera etapa en la que nos encontramos en la vida, la que nos revelan los actos, las palabras dichas y silenciadas,  este instante  mediante el cual vamos delimitando un camino a seguir, los pasos que vamos recordando de las experiencias ganadas, de los exámenes de conciencia que hacemos al equivocarnos o al seguir cometiendo los mismos errores, con voluntad propia quizás, con conocimiento de cause y con todas estas justificaciones que nos encanta encontrar para no aceptar los cambios que hay que hacer en la vida para poder sentirnos en conciencia.

Coincidir se vuelve nuevamente necesario, este timming del que tanto hablé los últimos dos años de mi vida,  este ejemplo de momentos que me he llevado por encima me regresa a este espacio de reconocimiento mientras aprendo de memoria el recorrido de la calle Goya, cada una de las lamparas de la noche que ilumina mi camino de regreso al hotel Catalonia va dejando atrás la lluvia que apenas la empezaba a disfrutar, estaba tan encariñado con esta idea de hacer posible lo imposible, como toreando con capote al destino y pretendiendo que la magia que siempre me acompañaba aún intente no darse por vencida.

La veracidad de las cosas, del silencio como testigo, del miedo desprendido pero no reconocido, de esa noche de bohemia individual que tan solo atinaban a mencionar frases con hilos y navajas, de la interpretación de la vida y del camino que queremos recorrer, todo ello hacen un alto en mi camino, llegan los para que..... así de forma abrumadora y determinante que termino de rodillas sin querer decir una palabra adicional y a mi que tanto me gusta hablar.

No se si decir que me he quedado sin respuestas, o si las que ya tengo van tomando la certeza de lo justo, sin ego, sin vanidad, sin mentiras concebidas para aliviar lo irreparable, aprendiendo el desapego y esa realidad de la que tanto me habían repetido desde el día uno, esa que no ignoré pero preferí enfriarla mientras disfrutaba de aromas mas cálidos que un chocolate caliente con churros en una cafetería en plaza sol.

Los números van y vienen desaparecen a mi favor y hasta en contra....los suelto por que no tengo otra opción, al final es una matemática básica de sumas y restas, cuanto gané .....cuanto he perdido podría ser?.....y es que al final no importa ya, ha caído la noche y con ella llega el frio que cala los huesos nuevamente solo que esta vez, siento un cálido resplandecer sobre mis hombros, quizás es parte de la oración compartida que escuche en la mañana que llega en este instante de luz tenue, de una ducha caliente que reconforta mi alma al querer ir reencontrándome en este tiempo que vuelvo a repetir a sido mas efímero de lo que ya sabía sería.