Incomodando sistemas

A pies descalzos

8/2/20244 min read

Resulta complejo en ocasiones pertenecer a una idea, una estructura y mucho mas a un sistema de creencias con todo lo que ello implica. Esta absurda manera de tener que encajar, de aguantar y dejar que la vida misma pueda equilibrar el vendaval de emociones que se nos cruza cada vez que nos distanciamos de aquello que obstaculiza nuestro presente.

Ratificando que poner límites es la herramienta mas útil cuando queremos preservar la paz interna, saber decir basta o alto nos lleva a lugares diferentes, nos dimensiona a espacios de introspección, a la libertad de decir si o no, sin juicio, sin esa voz en la cabeza que nos cuestiona lo que acabamos de hacer o decir.

Comprendiendo el va y viene de la vida, sintiendo como nuestro ser se transforma cuando aprendemos a defender lo nuestro sin ego, sin prepotencia, sin ser dueños de la verdad, aceptando que tenemos miles de almas transitando al mismo tiempo en diferentes vibraciones y que cada una esta en el lugar al que pertenece su experiencia y ante ello, la reflexión y sensibilidad para respetarlos y ubicarlos en algún espacio de nuestro presente sin que tengan que intervenir en nuestro camino de manera que se apoderen de nuestros momentos.

Como te ven, te tratan y en ciertos niveles aplica al plano energético, es que una mirada, una sonrisa o aquella expresión que nos delata se siente en el ambiente cada vez que despertamos y salimos a pasar el rato con personas que son parte de nuestro instante mas constante como es una oficina, un hogar o el planeta como tal, cuando sabemos que de una u otra forma estamos aquí para aleccionarnos sobre algo.

He escuchado la frase "poner los pies en la tierra" como un sinónimo de ser mas consiente de los actos u omisiones, pero aquel día solo sentí la libertad de que mis pies descalzos toquen la hierba, el lodo o el agua del rio como pidiendo a gritos una liberación de energía baja que estaba sintiendo, y ya dentro de lo místico de todo, se experimenta una corriente de sensaciones que nos hace creer que algo ha cambiado después de hacerlo.

Gran parte de la semana pasamos cumpliendo, horarios, metas, haciendo equipo, intentando demostrar de lo que estamos hechos y con ello esperamos recibir ese premio o gratificación instantánea que alimenta el ego mediante el reconocimiento y que en un poquito mas,  se vuelve monetaria, la que alimenta la necesidad de tener o poseer algo para lo cual le dimos tiempo de vida.

Dueños de una verdad absoluta y única que nos gobierna, tener la razón y decidir como queremos que las cosas pasen, manipulando el alma para convencernos que aquella decisión será justificada en su momento con la certeza de haber hecho lo que se pudo, como se pudo y con la información y experiencia que teníamos en ese instante. Nada mas acertado que ello, pero me preguntaba hasta cuando.

He visto muchos testimonios de adultos mayores que aconsejan vivir un día a la vez, hacer hoy cada una de esas cosas que las dejamos para mañana, esas que nos despiertan las ganas de vivir y de sentir, pero estamos tan ocupados, ahorrando, pagando lo que gastamos sin tener, en esta carrera a la cual ya vamos tarde.

Los sistemas creados no quieren que veamos un día diferente, un modelo distinto de resultados, algo que haga un cambio en la vida de un trabajador, de una persona que es parte de una familia, ancestralmente estamos atados hacer las cosas de la manera A o B, quizás C y ahora hay hasta combinaciones de letras que pretenden ocupar un espacio adicional ante tanto desasosiego de una forma de vivir en decadencia. 

Estamos llenos de violencia, de burla, de chiste, de cuerpos y formas pre concebidas que deben ser parte de un check list de la vida, nos volvemos expertos en manipular el tiempo y con una pantalla en la mano vamos descubriendo lo que esta de moda, a donde pertenecer o en que podemos gastar el tiempo de vida, que y como vestir, que comer y como ser parte de una estructura que se roba nuestras neuronas.

Nadie quiere incomodarse en sentir diferente, nos la pasamos pensando y haciendo juicios de valor que nos entreguen la notoriedad de eruditos, de filántropos o de líderes de opinión que tienen la varita mágica para decirnos de que color debemos pintar las paredes de la casa.

Un sistema que funciona para unos pocos, aquellos que han perdido el sentido humano de equidad y responsabilidad social, quienes no han podido dominar las ganas de hacer más cada vez, este interminable juego de poner un zanahoria delante nuestro para ir por ella durante toda una vida mientras nos conformamos con algo que temporalmente ocupa nuestra mente, los estudios o la alacena.

Vaya vida que llevamos mientras los respiros continuan, desnudar el alma e incomodarnos con verdades mal contadas es lo que resta para poder comprender un poco mas la diversidad de almas que deben atravesarse por nuestro camino, al fin del día las agradeceremos por estar aquí, en la manera que sea que se presentan y sobre todo por haber despertado en nosotros esta curiosidad o deseo de información que empieza con esta contradicción.