Espacios vacíos
Justificando ausencias
8/10/20243 min read


Ya en estos días las ausencias de algo son mas notorias, es como que tienen un tono gris mas profundo reemplazando al naranja de las mañanas y eso que amo el cielo oscuro con lluvia de por medio, pero por alguna extraña razón este gris que tanto admiro a venido a dejarme un par de interrogantes sobre las ausencias que tengo en mis días y claro es en general no solo es algo o alguien, es un todo que cuestiona el presente y los respiros consecutivos de angustia por la mañana.
Será el verano el sabor del vino blanco que tanto disfruto que colabora para que la mente empiece a tener un poco mas de protagonismo en los días, yo que pensé que ya la tenía algo domada, estaba sintiendo incluso la pausa prolongada de la vida incluso en cada paso que doy, me pregunte me estoy poniendo viejo y empiezo a caminar lento? pero al rato reaccioné y resaltaba que hasta mi forma de respirar va mas despacio, como prolongando el segundo que me toma darme cuenta donde estoy.
Mientras camino por los pasillo del super, me doy cuenta que mis gustos van cambiando, que he dejado las sumas y restas a un lado y solo voy por todo aquello que al comer, beber o saborear me deja una sensación de plenitud que, al instante solo digo si, hazlo. Mientras lo monto en el carrito de compras sigo reflexionando sobre si esto es mejor compartiendo con alguien o acepto la total idea de que lo que tengo hoy es como debe de ser, como tiene que pasar y evito entrar en esta montaña rusa de emociones y sensaciones.
Interesante saber como sigo interpretando mi vida y haciendo que las cosas pasen de maneras tan imperfectas que es ahí cuando se abandona el resultado o la expectativa de lo que podría ser, solo vamos por la vida intentando disfrutar de la carretera mientras la música suena y el verde se apodera de mis pupilas.
De un tiempo acá el aire sabe diferente, existe una extraña sensación que el frio que se siente al respirar en las mañanas, en la montaña o en el balcón hacen que las reflexiones tengan una pausa extra, esta que tanto ando buscando en el constante anhelo del equilibrio, balancear mis días es una de las asignaturas pendientes de las cuales ando reprobando de tanto en tanto, por ello procuro empezar a decidir que es lo que puede poner matices diferentes a estos días de libertad a la responsabilidad.
Ante ello es como jugar a las cartas, solo imaginas que podría pasar, invento una estrategia, juego al azar y en complicidad con la curiosidad empiezo a dibujar escenarios divertidos y en algunos casos algo atrevidos pero todos ellos tan llenos de mi, de esta sensación de sentir la vida con todos sus bemoles, con esa tranquilidad que se siente de no hacer daño a nadie y trascender por los días solo con la firme idea de aprender un tanto mas.
Quizás estos ejercicios y prácticas mentales me apartan un poco del espacio vacío, ese que la lógica, la teoría y la sociedad nos inculcó sobre el número 2 y todo lo que 2 pueden hacer en ocasiones mas que uno y por defecto lo que hace es que termine mi charla con la matrix para contarle las mil y un justificaciones que tengo sobre la espera o sobre la paciencia de saber que el presente es lo que está escrito y que en algún momento algo diferente llegará a la vida para revolucionarla una vez mas.
Sin embargo y pese a todo, es como que siento ese lugar vacío ya ocupado sin tenerlo físicamente acá junto a mí, como algo ya lleno por un universo inimaginable de posibilidades distantes a mi presente pero que con convicción de que esta vez no puede ser llenado por cosas o personas que no se alinean a mi imperfecta realidad pero tan llena de certeza.
Filosofar un sábado por la tarde es algo común, es mas, lo disfruto tanto que entre escritos y memorias me divierto leyéndome, analizando toda esta vida maravillosa que me he permitido sentir, entre recuerdos y fotografías de lugares, personas y pasiones vuelvo a llenar los espacios y darles el lugar que merecen al que pertenecen y que me han permitido decir que la vida va bien.