Distancia
9 letras ....o.....toda una vida
9/14/20244 min read


La presencia, la sola presencia, el cuerpeo, el roce de las manos, de los cuerpos, la intensidad de las miradas, la complicidad de los labios y la energía que fluye cuando abrazamos, todo eso que hace sentirnos un tanto más cómodos, más a gusto, más seguros al compartir una vida, un espacio o quizás.... un solo momento de plenitud en especial cuando las energías se alinean entre tantas estrellas y universos paralelos que apenas podemos llegar a imaginarnos.
Recordé, aquella noche, con las estrellas tan imponentes, desafiando nuestros conocimientos, ideas o inventos para tratar de identificarlas, reconocerlas o quizás solo un excusa perfecta para poder estar mas cerca y conectar de manera perfecta con las manos entrelazadas, que complicidad del universo pensé mas allá de poder identificar alguna de ellas.
Estando tan lejos las estrellas no pierden su valor, siguen brillando, de una u otra manera generan luz y su intensidad nos invita a contemplarlas, a seguir su camino, sin esperar si se mueven o se apagan, a mi parecer es una metáfora mas de la vida para dejarnos ciertas enseñanzas, claves o ideas al sentido de distancia, de pertenencia y por que no hasta de paciencia.
Nos gusta construir espacios en conjunto, coleccionar recuerdos, plasmarlos en lugares, en fotos, en comidas en cada una de estas sensaciones que estamos dispuestos a crear en presencia, en permanencia con la firme certeza de que es real por que lo podemos tocar y sentir.
Ante ello, como todo en esta dualidad de la vida me pregunté, cual es el otro lado de la moneda a la presencia, como se describe una ausencia, como se la interpreta?, es que no tiene algo de magia, de color o de sensaciones complejas y es por ello que nos invitan a dejarlo a la suerte, a la incertidumbre y un mañana poco prometedor?
El pasar de los años me brindó la oportunidad de experimentar varias emociones las cuales siempre fueron de la mano de una "certeza", de un lugar seguro y de todo aquello que en su momento consideré viable ante la elocuencia de los actos, de lo momentos y la cercanía de los cuerpos, de la mente y de las almas. Sin embargo los desenlaces no fueron perfectos, muchos menos ideales, el tiempo hizo lo suyo y por mas cercano y seguro que pensé tenerlo todo, la distancia se hizo presente una y otra vez sin tener que estar separados físicamente.
He leído últimamente sobre el apego, la posesión y todas estas subidas y bajadas que experimentamos siendo humanos que nos permiten sentirnos llenos, seguros y convencidos de algo que podemos ver, tocar y sentir siendo esto la única razón valedera para poder comprometerse, mantenerse y sostenerse.
Lo mas sencillo como para desechar del camino seguro seguirá siendo lo que no podemos ver, y es curioso por que habitamos un planeta lleno de fe, ante algo o alguien, que sobre pasa el plano físico donde desarrollamos la vida, pero que no tiene tela de duda ni nada que pueda sobreponerse ante esta sensación de certeza que nos entrega la religión o la espiritualidad.
Somos seres llenos de materia que se conjuga con otra, que tiene una formula exacta para determinar la permanencia, así como también la retirada, sin tiempos solo con respuestas ante la ausencia de algo que se llama cuerpo, por que la mente, las emociones y sensaciones que derivan a un compromiso van mas allá del ser físico, se acoplan y se adaptan en un plano espiritual capaz de desestimar el no tocar, por que ahora se puede ver y estar en cualquier parte del mundo si así se decide.
La distancia es una palabra que usamos para terminar con algo, para no ir, para dejarse llevar o quedarse en el lugar de forma permanente por miedo, pereza, desinterés o simplemente por que dentro del conocimiento propio que tenemos de cada uno de nosotros, en conciencia sabemos que no nos llevamos bien con ella y por ello es preferible abrir la puerta delantera de la casa e invitarla a marcharse para así evitar un futuro adiós.
Matemáticas, estadística y esta implacable forma de mostrar los resultados ponen contra las cuerdas a estas 9 letras, dejándola a su suerte, sin una alma que se atreva a levantarla por los hombros y llevarla para cuidarla. Sumamos la fragilidad del instante que hace que no tengamos la paciencia y certeza de un mañana absoluto, solo un infinito número de posibilidades de lo no controlado, lo impredecible, de eso que soltamos en ideas cuando hablamos, cuando quizás deberíamos abstenernos para no invocarlo.
Se vuelve mas sencillo, cómodo o eficiente bajar la guardia ante lo innegable de los números, pero he sentido que aveces es solo para esconder estos deseos e intensiones que llevamos del torbellino de misterio que involucra a nuestras carencias, al ego, a la vanidad y esta sed insaciable de quererlo todo en un instante a nuestra manera, a nuestro orden, a nuestra voluntad.
Pero el universo es sabio, nos reta constantemente, nos lleva a lugares inimaginables y con el vamos arrastrando momentos, personas y lugares ya sin tiempo fijo, sin certezas de permanencia, ampliando puentes, agrandando las distancias, magnificando las ausencias y determinando nuestro proceder con decisiones radicales.
Gran parte de mi vida, me he identificado como un para siempre y no es una frase de hollywood, es ese compromiso constante e innegable de intentarlo todo cada vez que de mi boca sale un si como una verdad a materializar, esa certeza de elegir, decidir y creer en conjunto que un acuerdo puede concretarse con voluntades inquebrantables a pesar de las distancias.