Del sur al norte en tren
7 horas de platicas internas
5/2/20243 min read


Un poco de perspectiva diferente siempre nos viene bien, viajando en tren de sur al centro norte de China me da mucho tiempo para poder reflexionar sobre todo lo que sucede en mi vida y como ella ha ido transformando a medida que los años pasan y de una u otra manera algo de sabiduría hemos adquirido. Estar aquí es como reencontrarme con un viejo amigo con el que nos podemos sentar a charlar horas de horas en silencio.
Voy descubriendo como la vida misma se encarga de transformarlo todo, del si, del no, del quizás, esos espacios que se generan al poder reflexionar la vida desde el interior, con una mirada al pasado en una vieja canción a 350km por hora, saborear un cereal de desayuno y poder sentir que todo esta bien, que la vida en general va bien.
Las distancias siempre nos ponen a prueba, nos llevan a situaciones que muchas veces no las llegamos a comprender del todo por que suceden, pero en el fondo encuentro que hay un motivo mayor para que así sucedan, lo que voy aprendiendo esta vez es esta pausa a la prisa y ansiedad que muchas veces me gobierna, voy aprendiendo a detener las acciones antes la indiferencia, omisión o cualquier aspecto que denote es ajeno a mi sentir, a mi pensar o incluso de mi interés.
He sabido y he sido parte de una vida en la que provoco que las cosas pasen, soy de esa creencia de muerto por mil, muerto por un millón, de esas ideas revolucionarias de tomar el control de la situación, provocar y generar los momentos, las situaciones y todo aquello que en su momento venga a mi sentir. Sin embargo no se que ha sucedido pero he desarrollado esta habilidad de parar, de no insistir quizás y lo digo en general, en temas, personas, trabajo y aquello que con el tiempo he podido descubrir es ajeno a mi control.
Las intenciones son las que cuentan en ocasiones, esta forma diversa de manifestar un deseo quizás, algo que venga a cambiarlo todo, que de repente llegue a nosotros esta gratificación anhelada sobre algo que en algún sueño o instante de suspiros nos hizo sentir que la vida tenia colores diferentes, ese estado de creatividad que activa la energía vital que cada uno tenemos, eso que lo llamamos amor.
Cuantos momentos se alejan de nosotros cuando la inacción nos gobierna, cuando preferimos dejar que el universo haga su parte y nos amparamos en el “si es para ti, vendrá”, “si es de ser, lo será”, he debatido con mi mente estos últimos días, pues es un dilema interminable el poder decidir cuando si o cuando no, el hasta donde esperamos por una acción, una respuesta, un final o un comienzo.
La vida en este país asiático pinta muy bien, todo es diferente ahora, se siente un aire de estabilidad y algo de equilibrio entre la gente, ayer reflexionaba sobre ello y miraba mientras viajaba en metro me deba cuenta, que nadie esta pendiente de las otras personas, de quienes son, como viven, como se visten o que hacen de su vida, es una especie de respeto que aleja de la critica envidia y suposiciones que al final en nuestro mundo occidental siempre termina afectando la relación con la sociedad que vive de las comparaciones.
Me detengo a ver como se expresan, que comparten y como se vuelven todos muy amables con un extranjero, intentan comunicarse siempre de cualquier forma y mas ahora con la tecnología a flor de piel todo es mas fácil mucho mas manejable y hasta gracioso por como nos vamos moldeando al lenguaje complementario de las señas y la expresión corporal.
Tradicionalmente su cultura sigue intacta con algunos principios y valores ancestrales se mantienen arraigados en estas generaciones que superan los 50 años, mientras como todo el mundo los jóvenes se toman las calles y los lugares llenándolos de nuevas ideas liberales, no casarse, viajar y vivir experiencias que llenen sus pupilas y redes sociales, cada quien en su mundo digital robándose el show como creadores de contenido su pequeño universo.