De que nos enamoramos?
Lo que no nos atrevemos a cuestionar
6/12/20243 min read


De que va la vida sin amor, sin esa adrenalina de sentir a cada instante que la vida va mejor de lo que esperamos, de esta incertidumbre de volver a sentirte a tocar tu cuerpo o encontrarme en silencio con tus caderas y fingir demencia mientras procuro quedarme dormido.
Algunas veces me pregunto y ahora de que me voy ha enamorar, es que que tengo bastante recorrido en estas sendas del amor y de sentir la libertad de amar desde el día -1 por que usualmente siento que ya las estuve esperando de manera que cuando se presenta la decisión de hacer que las cosas pasen ya les llevaba ventaja en esto de amar.
Hoy casi con 45 y algo mas de vueltas al sol, no puedo encontrar la respuesta exacta, por que cada día es una aventura nueva que se escribe en mi cabeza y alma que quizás no me permite ya visualizar un futuro ajeno e inexistente, he dejado el el aire corra por la sala del departamento y que la mariposa vuele y siga su curso sin ni siquiera regresar a ver si quiere quedarse y es así cuando se revelan mis mas bajos instintos de indiferencia o quizás de desolación cuando pretendo no querer, no sentir, no buscar.
Es como descifrar esta etapa de la vida que ya no tiene tanta prisa, ni por conocer, sin sentir o tocar, es como un estado de pasividad ante lo que on puedo controlar, ante esta hemorragia de información que me invaden los segundos cada vez que al menos tengo la osadía de mirar ciertos ojos en los cuales me reflejo y encuentro algo de brillo y hasta en ocasiones un poco de deseo.
Los años han pasado y con ello, la seguridad de haber amado con locura la vida y claro como no, a cada una de las personas que tocaron y mi puerta y yo abrí de par en par las ventanas de mi alma para así, en algún momento de mi vida compartir respiros, comidas, lágrimas y una que otra emoción incontrolada de mi ser, esta que apenas estoy aceptando, esos que se llaman errores e incomprensiones que fueron parte de este juicio de valor que nos provocamos al marcharnos del presente.
No me cuestiono, ni cuestiono a quien ama, mas bien los admiro por esa capacidad infinita de sentir un amor diferente, un cariño especial y esa manera de compartir los días con una persona en particular al encontrarse en desnudes de pensamiento, de expectativas y quizás con una idea firme de pasar un buen tiempo juntos.
Varios de mis conocidos tienen pareja, están en una relación o tienen un alguien por ahí con quien pueden hacer de la vida un instante diferente, ese que da la complicidad de los amantes, de los que se deciden a experimentar segundos de heroísmo mientras entregan la vida en gemido. Vaya que los respeto y en el fondo me alegro por que se lo que siente y como de una u otra ese estado es el que nos mantiene ilusionados con un mañana incierto, pero al fin de cuentas anhelado.
Sigo mi camino como ayer, como siempre fui, con esta certeza de haber sentido sin miedo, amado con alma y abandonado con verdad en cada uno de los instantes que se hicieron ajenos a mi presente. Me llevo una gratitud sincera de quienes fueron parte de esta experiencia del amor en mi vida, cada una de esas mujeres que llegaron aportar millones de ilusiones, alegrías, penas y tristezas, porque era así de necesario, de importante para llegar a este punto de tranquilidad en el alma que me permite seguir esperando, sin prisa, sin ansias y sin ese deseo exhorbitante de que regresen los días de mariposas y arcoíris a mi balcón.
Mientras todo eso sucede, leo, aprendo, escucho y miro el mundo, las parejas y todo lo que pueda aportar a mi crecimiento como humano, con la firme idea de ser mas empático con otros seres humanos, con los que amo actualmente, con las personas que están por venir y claro que si, contigo aun que no se quien eres cuando vas a llegar a cruzarte en mi camino.