Acostumbrados a las mentiras
sin espacio a creer
8/27/20243 min read


Desde que somos muy pequeños hemos sido testigos de como la mentira puede ser una herramienta usada con frecuencia y a conveniencia, principalmente, para conseguir algo que de una u otra manera, la verdad o la sinceridad no generan automáticamente, en el instante en que que quisiéramos que sucedan. Vivimos en un estado de persuasión constante para poder convencer, o convencernos de una realidad externa y muy tirana porque nos somete al capricho, al ego o a esta gratificación instantánea concebida.
Esto hace que a su vez cuestionemos todo y a todos, siempre con esta duda de pensar que nos están timando, que existe un interés oculto detrás de lo que leemos, percibimos o presenciamos, no lo voy a negar muchas personas alcanzan lo que les place con esta estrategia de acomodar las fichas del ajedrez a conveniencia, siendo capaces de crear universos paralelos llamados mentiras.
Lo que me llama la atención es que hay espacios en los cuales podemos llegar a conocernos entre amigos, familia o compañeros de trabajo inclusive, pero, que tanta atención ponemos a la gente que nos rodea, me pregunte!. Como hemos llegado a conocerlos?, cómo saber que el ser que esta con nosotros compartiendo vida, desarrolla nuestra relación, fuese la que fuese, con bandera blanca, sin pretensiones y de forma limpia?.
Nos aterra la verdad, es mas fácil cuestionar que atreverse a mantener una conversación para profundizar quien es la persona que esta frente mío, de que va su vida, y por que soy parte de ella dentro de esos instante instantes de intimidad y me refiero a esos espacios que uno desnuda el alma con un cuento, una historia, un querer, una idea o un sueño, algo que se vuelve tan sincero que deberíamos aprender a escuchar mejor y así llegar a concluir quien es quien, al final creo que poder escuchar ese algo, de esa persona, solo nos llenará de anhelo por que así le suceda, como la piensa, como la sienta y si en algo podemos contribuir de seguro lo haremos y esto lo digo basado en el cariño y consideración que se pueda sentir por ese ser.
Reflexionaba sobre como mi forma de ser puede ser controversial principalmente para quienes no me conocen, quienes no han podido acercarse a conocer esta parte de mi vida que lleva letras, prosas, rimas y un par de versos contados entre aviones, trenes y destinos que me han regalado tanta vida, que puede resultar ilógico para un mortal el tan solo creer que se puede sentir de esa manera.
Me gusta aclarar las cosas sobre lo que proyecto, lo que pienso o como me expreso, en especial con esas personas a las cuales no les debo nada, ni busco que sean eternos en mi camino, ya que es tan fácil tergiversar un texto, un emoji o un sticker, compartir música, libros, café, almorzar juntos o salir un fin de semana a perderse por la vida sin mayor intención de ser permanentes. Voy aceptando que es base del sentido de responsabilidad para conmigo mismo, este trabajo constante de no crear expectativas de ningún tipo que nos llevan mas allá del presente.
Pero quizás todos estamos tan acostumbrados a la mentira que es difícil creer, tratamos como detectives de encontrar ese algo que ponga en evidencia lo que en teoría sabemos que no es así y en otros casos nos convertimos en especialistas para interpretar lo que vemos o leemos, una historia y una vida que es ajena por el simple hecho de no sentirla como tal.
Somos jueces implacables, hemos sacado un doctorado ya en la universidad de la vida, pues con los años y los daños sentimos que ya nos las sabemos todas, no existe humano capaz de engañarnos y en base a ello vamos por la vida a la defensiva, evitando ser libres de ser todo ello que el alma grita que seamos, nos llenamos los bolsillos de vergüenzas, damos pasos en cámara lenta y con zozobra, como protegiendo el aire para que no se escape de la nariz, en especial cuando se dilatan las pupilas y un tanto de taquicardia nos apura los sentidos.
Y todo esto pasa y sin dar la relevancia del caso, se nos escapan los versos y los momentos de crecimiento, los instantes de aprendizaje, espacios que se desvanecen con el aire por apenas recordar el pasado y ahondar en las heridas mal cicatrizadas. Y con todo ello un par de almas se alejan al instante, agobiadas ante nuestras dudas y contradicciones, como prefiriendo mirar a lo lejos como un acto de respeto innato, marchándose sin ninguna explicación que satisfaga nuestro juicio , ese que hemos hecho por no permitirnos ser auténticos.