A tiempo

Tan relativo como cierto

11/9/20242 min read

A tiempo, justo en ese momento en que empezábamos a pretender modificar el universo entero a una idea que no tenía, ni hacía sentido en el presente.

A tiempo, ese que nos recordaba que todo intento valía la vida, por que penas.... nunca las tuvimos.

A tiempo, en este instante en que el sentimiento no alcanzaba para unir a los cuerpos alejados en kilómetros por carreteras cubiertas de fango verde imposible de transitar, de competir o sobreponer.

A tiempo, para reconocer que portarse bien merecía un título honoris causa, que sobrepasaba nuestra propia idea general de ser exclusivos, pues el arrebato era nuestro mejor amigo.

A tiempo, cuando la cabeza sobre pensaba una y otra vez admitiendo que el aire acondicionado mataba las ganas contenidas en silencios incómodos, cansancio, y todo aquello que llamamos trabajo.

A tiempo, cuando descubrimos que el gusto jugaba con la dopamina de los futuros arrebatos, de esos espacios que no estábamos dispuestos a ceder, abandonar, mucho menos por algo tan efímero e incierto, como era habernos conocido.

A tiempo, cuando el reloj marcaba las horas a destiempo colgados en la muñeca 24/7,  empezando a silenciarlo de repente, dejando a un lado la certeza de habernos permitido en osadía revelarnos a la vida.

A tiempo, para voltear el celular boca abajo ante la incertidumbre de los nuevos espacios, lugares y personas que en ausencia habíamos permitido ser parte de nuestros días.

A tiempo, ese que ya no existe en este instante, el que olvida las ubicaciones, las distancias y la hora de la cena.

A tiempo, para reconocer en conciencia todas nuestras debilidades, estas que finalmente se manifestaban extrañamente entre todo el paso de la noche y la prisa de la mañana.

A tiempo, para recobrar esas sonrisas propias de no tener justificaciones, solo acciones que nos permiten hacer y deshacer en libertad lo que la edad, el tiempo, el instinto ....nos invita a sentir.

A tiempo, para calmar la mente, apagar el corazón y de a poco recobrar el impulso sin abandonar la fe de esta ecuación que no es una matemática perfecta, pero que siempre pretende sumar.

A tiempo, de volver a saborear las idas y venidas de los momentos que en teoría enriquecen nuestras neuronas, fantasías y deseos.

A tiempo, para evitar ser una x de cancelado en un itinerario o un calendario al que sometíamos la idea de ser y estar.

A tiempo, para continuar en la vida, en decisión ya siendo un nada, por que el todo al menos lo intentamos, ya lo fuimos.

A tiempo, para no regresar a ver, sin segundas oportunidades, excusas o pretextos para volver a coincidir en un tiempo imperfecto ya reconocido, disuelto y excluido.

A tiempo,  a un 2% que apagaba la imagen borrosa e intermitente, para atenuar el silencio de una evidente despedida.

A tiempo, para poder abandonarlo todo, acompañados de una última frase, esa que se derrochaba cada vez que nos referíamos el uno al otro.

A tiempo.....!