A la velocidad de un hasta luego
sin kilómetros por hora
9/7/20242 min read


Me preguntaba como aceptar las despedidas, estas que no llegan con dolor de un adiós, sino mas bien con un hasta luego, un nos volveremos a encontrar, sin horario o fechas previstas, solo con la certeza de recorrer caminos nuevos y desconocidos con una ligera expectativa de un próximo reencuentro.
Ya no son los kilómetros de distancia o los minutos de ausencia, no es la musica o las historias que se cuentan entre un retrovisor y un mirada al horizonte mientras llegan las 6 de la mañana y buscamos una excusa mas para justificar tantos miedos e inseguridades que rebotan en el parabrisas, un par de gotas se derraman por debajo de las pupilas.
No es la mañana que nos ha encontrado desvalidos, ni la noche entre ruidos y sirenas que se llevan los recuerdos de este instante de bohemia, encontramos tan ajenos, tan distantes y tan impertinentes de presente.
Ha tenido que ser así, forzando a la distancia para controlar y detener tantas emociones que venían contra corriente, desbordando nuestros muros, dando la vuelta a un reloj de arena, como pretendiendo que el tiempo se detenga, aún sabiendo que ya no es válido el intento de sentirnos bienvenidos.
Despedirse es un arte, tan abstracto que no cabe en el presente, tan distante que no cabe en el olvido y tan sencillo que no tiene espacio en el mañana.
Que sencillo que se escucha un hasta luego, que facilidad tan sorprendente que tenemos para detener todos los latidos, que manera tan perfecta de pausar el alma, de recorrer nuevos caminos, con un adiós entre los dedos.
Ya nada es predecible, somos parte de una historia, que ya no cuenta días, que no se cuestiona si fue correcto o suficiente, abandonamos las ideas, ya solo queda este juicio concurrido, lleno de argumentos y razones de cientos de olvidos concevidos.
Se cierran las puertas, las ideas y las emociones, se apodera la certeza, la conciencia, disminuimos la velocidad, vamos sintiéndonos un poco mas seguros, creamos y generamos espacios a los recuerdos sin descuido, con total y absoluta precaución para encaminarlo todo, a ese sitio seguro de un hasta luego, un ya veremos y sin duda, un por que no!.
Sin kilómetros por hora, con las luces encendidas, las cortinas entre abiertas, las maletas en la puerta y la indiferencia contenida aprendemos de esta despedida, la velocidad de un hasta luego.